Y tras la covid-19, ¿qué ocurre con la reproducción asistida?

Parece que, desde hace ya algún tiempo, por fin los centros de reproducción asistida se han dado cuenta de la gravedad de la situación que estamos atravesando, y no se están realizando tratamientos. La actividad se ha transformado en visitas, consejos, aclaraciones on line y en la presencia de algunos embriólogos (los que no han sufrido un ERTE) encargados del mantenimiento de los gametos y embriones criopreservados (es necesario rellenar los tanques de nitrógeno líquido periódicamente, para que se sigan conservando en perfecto estado).

Confiamos en que esta paralización dure lo menos posible para disminuir la angustia de las personas que están en tratamiento o tenían planeado iniciarlo. Para que esto sea posible, en este periodo, los centros de reproducción asistida y los expertos tienen mucho trabajo por hacer, aunque sea confinados. Hay que prepararse para cuando todo esto acabe. El pensamiento generalizado, bajo una mirada de esperanza y optimismo, es que después, todos retomaremos la rutina que teníamos a primeros de marzo de 2020.

Pero ¿seguirá igual?

Tengo muchas dudas al respecto, y creo que esta pandemia nos ha cambiado muchas cosas, y entre ellas, cómo afrontar los tratamientos de reproducción asistida.

He querido obtener información sobre la el COVID-19 y la reproducción asistida; creo que nunca como en estos momentos se ha publicado tanto por especialistas y personas con gran formación. Sin embargo, y a pesar de esa prolija literatura, sigo sin tener resueltas mis preguntas sobre el futuro.

Algunas de las principales cuestiones que se deberían resolver antes de volver a la acción están relacionadas con si puede existir una transmisión del virus a través de los fluidos que manejamos en el laboratorio: semen, líquido folicular y sangre. Y, aunque no se conoce que exista ese tipo de contagio, en realidad no existen datos concluyentes.

La Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE), en uno de sus últimos comunicados, dice: “Cualquier riesgo de contaminación viral para gametos y embriones en el laboratorio de FIV, ya sea de pacientes infectados o profesionales, es probable que sea mínimo (si es que lo hace) porque los pasos repetidos de lavado requeridos para el cultivo y los protocolos de congelación resultarán en una alta dilución de posibles contaminantes”. Incluso sin datos específicos disponibles, se supone que los espermatozoides, los ovocitos y los embriones no tienen receptores para el SARS-CoV-2 y es poco probable que se infecten.

Pero también se ha publicado por expertos como la Organización Mundial de la Salud que: hablamos de una enfermedad de la que aún desconocemos las manifestaciones fisiopatológicas secundarias a la infección por coronavirus, y, dado lo novedoso de la enfermedad, no existe evidencia alguna en la literatura.

La Sociedad de Tecnología en Reproducción Asistida, (The Society for Assisted Reproductive Technology), en un comunicado del 8 de abril, publicaba: “Las personas que tienen el nuevo coronavirus son contagiosas días antes de desarrollar síntomas. El virus puede estar en el aire que exhalan y en el aire que usted respira. Este riesgo se reduce al usar máscaras y al aumentar la distancia física entre las personas. Sin embargo, incluso estas precauciones no son infalibles y no garantizan su seguridad. Deseamos poder evaluar de una manera que elimine el riesgo, pero sinceramente no podemos”.

Es decir, la ausencia de evidencia no constituye evidencia de la ausencia.

Hace años, otro virus cambió también nuestras costumbres y nuestra actuación en reproducción asistida: el VIH.

Cuando empecé a trabajar en reproducción asistida, en los años 80, las muestras de semen de los donantes se utilizaban directamente, sin congelación previa. Eso, ahora, nos parece impensable. Cuando empezaron a aparecer los primeros casos de VIH en el mundo, los que teníamos un banco de semen comenzamos a criopreservar las muestras y observar un período de cuarentena. Posteriormente, apareció la Ley de Reproducción Asistida del 88 que obligaba a hacerlo. Pero ya nos habíamos adelantado ante la evidencia científica.

En la actualidad, el control serológico (VIH y hepatitis) es obligatorio para cualquier paciente que se realice pruebas en un centro de reproducción asistida bien sea diagnóstica o de tratamiento.

¿Sabemos que ocurrirá a partir de ahora?

El doctor Francisco Salmerón, responsable de vacunas de la Agencia del Medicamento durante 25 años, cree que el coronavirus infectará a toda la población y cambiará nuestras costumbres. Y comenta, muy acertadamente: “Para hablar del coronavirus y establecer una estrategia, hace falta el dato más importante. Lo que se llama el denominador. Hablamos de los fallecidos, de los enfermos… Pero no hablamos de los infectados que no han tenido síntomas. Eso es vital”.

Sabemos que los pacientes con infertilidad son una población de pacientes particularmente vulnerable, porque tienen una desesperación y un dolor únicos. No hay muchas cosas que puedan compararse con el dolor, la tristeza, la presión y la angustia emocional que causa la infertilidad. Pero no por ello debemos olvidarnos de su seguridad y la de los profesionales que trabajan con ellos. Y en estos dos grupos puede haber personas infectadas asintomáticas.

No parece que ahora preocupe mucho qué ocurrirá cuando esto acabe y se abran de nuevo los centros, ya que nos amparamos en que no habrá contagio con los fluidos que manejamos. Pero, ¿y si acuden pacientes portadores sin saberlo? ¿Cómo se debería actuar en las clínicas una vez pasado el confinamiento? ¿Cómo habrá que de tratar a los pacientes positivos? ¿Y sus muestras de gametos o embriones?

Quizás, como ya ha ocurrido con otro tipo de enfermedades víricas, lo más prudente sería que todos los pacientes se realicen la prueba de COVID-19 antes de cualquier intervención.

Es sólo una propuesta….

Publicado en:

https://elpais.com/elpais/2020/04/17/mamas_papas/1587101191_003239.html

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