Un reto: proteger a las mujeres embarazadas y a los neonatos frente al COVID-19

La pandemia de COVID-19 ha originado una crisis de salud global que requiere una prevención y un tratamiento efectivos a una escala sin precedentes. El desarrollo de vacunas COVID-19 en ensayos clínicos actuales y planificados es esencial para el éxito de esta respuesta de salud pública.

Las mujeres embarazadas con infección grave o crítica por coronavirus (COVID-19) tienen un mayor riesgo de parto prematuro y pérdida del embarazo. El riesgo de parto prematuro (tanto iatrogénico como espontáneo) oscila del 10% al 25%, con tasas de hasta el 60% entre mujeres con enfermedades graves. Por lo tanto, prevenir la infección crítica por COVID-19 es importante tanto para la madre como para el feto.

Actualmente se conoce que las infecciones neonatales tempranas por COVID-19 son raras, pero se desconoce si la respuesta inmune materna a la infección protege al feto. Además, el paso de anticuerpos maternos de novo al feto según la edad gestacional, influye en el nivel de anticuerpos específicos del SARS-CoV-2 que se detectan en muestras de sangre de cordón, lo que implica que la vacunación materna antes del parto puede ser una estrategia pertinente y en un momento ideal para para optimizar la protección del feto.

En diciembre de 2020, la Administración de Drogas y Alimentos de los EE. UU. (FDA) emitió una autorización de uso de emergencia para dos vacunas en la prevención de COVID-19: la vacuna Pfizer-BioNtech en personas ≥16 años y la vacuna Moderna en personas de edad ≥ 18 años. Estas vacunas utilizan ARN mensajero o ARNm en lugar de utilizar virus atenuados como en otro tipo de vacunas. En lugar de ello, estas vacunas enseñan a nuestras células a producir una proteína, o incluso una porción de una proteína, que desencadena una respuesta inmunitaria dentro de nuestro organismo. Esa respuesta inmunitaria, que produce anticuerpos, es la que nos protege de infecciones si el virus real ingresa a nuestros organismos. Las vacunas de ARNm tienen beneficios potenciales sobre las vacunas de virus vivos atenuados, las vacunas inactivadas o de subunidades y las vacunas basadas en ADN. No hay riesgo de contraer la infección por la vacuna.

Actualmente, hay poca evidencia de ensayos clínicos sobre la seguridad y eficacia de la vacuna COVID-19 en el embarazo porque las mujeres embarazadas han sido excluidas de estos ensayos clínicos de vacunas. Basándonos en el mecanismo de acción de la vacuna y la eficacia y seguridad demostradas en los ensayos clínicos de fase II y III, se espera que el perfil de seguridad y eficacia sea similar en el grupo de pacientes embarazadas comparado con el observado en la población general. Sin embargo, no hay estudios de seguridad específicos para este tipo de vacunas (ARNm) en pacientes obstétricas y se desconocen los potenciales riesgos en la madre y el feto.

No obstante, la FDA y el Comité Asesor sobre Prácticas de Inmunización dejaron abierta la opción para que las mujeres embarazadas y lactantes reciban la vacuna y manifestaron que el riesgo teórico de la vacuna COVID-19 debe evaluarse en el contexto de un aumento documentado del riesgo de enfermedad grave COVID-19 para la salud materna y fetal.

Así, la orientación de sociedades profesionales y agencias ha sido limitado, sin una recomendación explícita para la vacunación contra COVID- 19 durante el embarazo. Además, las agencias gubernamentales internacionales y las asociaciones profesionales de Asia, Europa, Oriente Medio y América del Norte, así como la Organización Mundial de la Salud, adoptan posiciones diferentes tanto por motivos científicos como éticos.

El Colegio Estadounidense de Obstetras y Ginecólogos apela al principio de autonomía afirmando que quienes “… estén considerando una vacuna COVID-19 deben tener acceso a la información disponible sobre la seguridad y eficacia de la vacuna, incluida información sobre datos que no están disponibles. Una conversación entre el paciente y su equipo clínico puede ayudar a tomar decisiones sobre el uso de vacunas aprobadas bajo la Autorización de uso de emergencia para la prevención de COVID-19. por pacientes embarazadas”

El Centro para el Control de Enfermedades (CDC) en los Estados Unidos apela implícitamente a este principio ético: la información debe ser proporcionada y las preguntas de los pacientes respondidas, pero sin hacer recomendaciones.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), en enero de 2021 no recomendó explícitamente la vacunación de mujeres embarazadas con la vacuna Moderna, excepto en determinadas circunstancias. Esta declaración fue revisada el 29 de enero incluyendo que: “Las mujeres embarazadas con alto riesgo de exposición al SARSCoV-2 (por ejemplo, trabajadores de la salud) o que tienen comorbilidades que aumentan su riesgo de enfermedad grave, pueden vacunarse en consulta con su proveedor de atención médica”. Esta posición invoca el principio de precaución para gestionar la incertidumbre.

Determinar el enfoque más eficaz para asesorar a las pacientes embarazadas acerca de la vacunación COVI-19 es un desafío. Sin datos, la orientación de las sociedades profesionales es necesariamente vaga debido a la falta de evidencia de eficacia y seguridad de la vacuna durante el embarazo. Estas organizaciones equilibran el riesgo de infección por COVID-19 para la mujer embarazada y lactante con el potencial o riesgos teóricos de la vacuna para la mujer embarazada y su feto en desarrollo o la mujer lactante y su recién nacido.

Sin embargo, en contraste con la orientación contradictoria de las agencias gubernamentales y las asociaciones profesionales, la ética profesional responsable, basada en la evidencia en obstetricia y ginecología, proporciona una orientación inequívoca y clara: el médico debe recomendar la vacunación a las pacientes que están embarazadas o que están amamantando.

Además de recomendar las vacunas COVID-19, con el fin de prevenir el aumento de las inequidades en salud y generar confianza en los beneficios de la vacunación, los médicos deben colaborar con las distintas comunidades para diseñar estrategias que superen la desconfianza y brinden información sobre resultados basados en la evidencia.

Para guiar en el asesoramiento profesional responsable de las pacientes que están embarazadas, los médicos deben presentar la información de una forma clara, explicando todos los posibles riesgos y los beneficios, en un proceso de consentimiento informado, con el fin de que puedan tomar decisiones informadas y conscientes.

Finalmente, las gestantes deberían ser incluidas en los próximos estudios de fase 2 y 3 de vacunas contra COVID-19 para determinar su seguridad materno-fetal como se espera ocurra en los próximos meses.

Publicado en: https://www.neurologianeonatal.org/un-reto-proteger-a-las-mujeres-embarazadas-y-a-los-neonatos-frente-al-covid-19/

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