Dos investigadores británicos, Nathan Hodson y Joshua Parker, han publicado recientemente un informe que aborda la opción de donar semen una vez fallecido el varón como alternativa en el campo de la reproducción asistida.
Cierto es que esta propuesta no ha generado demasiado debate, ya que el panorama en nuestro país es completamente diferente al que se está produciendo en Reino Unido, país en el que el número de donantes ha descendido considerablemente tras la supresión del anonimato en la donación de semen. Sin embargo, según mi experiencia, en este asunto se barajan varios aspectos que debemos tomar en consideración.
En primer lugar, el tema médico. Es cierto que en nuestro país se ha realizado (en contadas ocasiones) este procedimiento, pero por razones completamente distintas. Esto es, un varón que fallece y tiene espermatozoides congelados porque preveía su muerte y, con un consentimiento explícito, ha decidido donarlos a su pareja para un tratamiento de reproducción asistida. Nada tiene que ver con donarlo a otra persona diferente, puesto que el deseo de ese varón es tener un hijo con su pareja. Además, en estos casos, suele existir una enfermedad previa a causa de la que se contempla el fallecimiento como una posibilidad real.
Por otra parte, en el caso que se plantea en Reino Unido, es obligatorio que el procedimiento de reproducción asistida sea un tratamiento de fecundación in vitro, que es más complicado y con más riesgos que una inseminación artificial: el tratamiento habitual cuando se emplea semen de donante.
En segundo lugar, el aspecto social. ¿Cuántos varones sanos congelan su semen y firman un consentimiento para que, en caso de fallecimiento, se done a una mujer que lo necesite? ¿No es esto lo mismo que ser un donante en las condiciones actuales? Y más aún, ¿cuántos varones sanos fallecen repentinamente y han firmado un consentimiento para donar su semen?
No creo que el número de hombres que realicen este procedimiento vaya a solucionar un problema de falta de donantes en los países en los que no existe el anonimato en la donación.
Y, por último, el punto de vista ético. Se ha comentado que no existen problemas éticos con esta técnica. No existen cuando se realiza en las condiciones que he mencionado previamente, esto es, si el varón, previendo su muerte, consiente en que su mujer utilice sus gametos. Pero no porque haya firmado un consentimiento, ya que no tiene que ver la legalidad con la ética. Puede ser legal, pero no ser ético. Por ejemplo, puede haber firmado un consentimiento para que su pareja use sus espermatozoides, y su mujer sólo quiere conseguir una gestación por temas de herencia. Sería legal, si cumple con los requisitos, pero no ético.
En el caso de Reino Unido, se ha planteado esta propuesta como una forma de solucionar el problema de la falta de donantes. Y, dado que es obligatorio comunicar a la descendencia su origen, ¿es ético que los espermatozoides provengan de una persona muerta? O, ¿es ético que se utilicen gametos de un varón que ha fallecido por una enfermedad? ¿O con una edad avanzada que no se permitiría en un donante de semen?
Y mi pregunta ante todo esto es, ¿no sería mejor un foro de debate para solucionar los problemas que se han originado al suprimir el anonimato de la donación? La propuesta de usar semen de fallecidos me parece un doble salto mortal con tirabuzón que no solucionará la escasez de donantes y que puede crear problemas nuevos.