Ya ha transcurrido un año desde el inicio de la pandemia mundial que ha afectado a todas las variables demográficas, sobre todo el índice de mortalidad.
Sin embargo, con el debate científico centrado en las muertes, existe el riesgo de pasar por alto que las dinámicas de población también están conformadas por las trayectorias de la fecundidad.
Hace poco se ha publicado en los medios que la pandemia ha desplomado la natalidad en España. Un descenso en un país que se encuentra entre los que tienen una de las tasas de natalidad más baja de los países desarrollados: 1,23 en 2019.
Si antes del Covid las mujeres demoraban la maternidad por motivos sociales, de forma que cada vez es más alta la edad de las mujeres en el primer embarazo y mayor la edad de estas en los centros de reproducción asistida, ¿qué pasará de ahora en adelante?
Son muchos los problemas que se añaden a los que previamente existían: un empeoramiento de las condiciones económicas de las parejas más jóvenes, incremento del paro, el aumento en las listas de espera de los tratamientos públicos de reproducción asistida, la dificultad para pagar un tratamiento en un centro privado… Mujeres fértiles que deciden postponer la maternidad por motivos económicos, y mujeres infértiles que no pueden conseguir un embarazo por los mismos motivos. Pero al final, la situación se agravará: las mujeres que ahora podrían tener hijos, pero tienen que postponerlo pueden más adelante incluirse en la lista de las mujeres infértiles.
En julio del pasado año, el grupo de Aassve y col. publicaron un artículo de opinión en la prestigiosa revista Science en el que exponían la situación de la fertilidad mundial frente al Covid-19. El escenario que presentaban dependía de la situación socioeconómica del país. En países con rentas altas, disminuirá el acceso a la reproducción asistida, aumentará la pobreza y la desigualdad social, y por tanto disminuirá la población. Y aunque España no se encuentre entre los más prósperos, es exactamente lo que está ocurriendo.
Por el contrario, en los países pobres, la población no tendrá acceso a los métodos contraceptivos, por lo que la población aumentará. Estos autores concluyen que la disminución de la fecundidad mundial se ajusta ampliamente a la asociación negativa establecida desde hace mucho tiempo entre el desarrollo y la fertilidad.
Ante este panorama nada halagüeño, se han propuesto desde algunos centros de fertilidad diversas soluciones: criopreservación de los ovocitos en mujeres jóvenes para poder conseguir una gestación en un futuro, o facilidades para acceder a los tratamientos de reproducción asistida.
Si desdeñar estos recursos, la situación debería abordarse desde el inicio del problema, empleando el principio de responsabilidad. El descenso de natalidad no se reduce únicamente a la infertilidad, sino que es un problema global, y como tal debe contemplarse. Por ello, es responsabilidad de la administración facilitar los medios necesarios para que las dificultades económicas no impidan construir familias.
Publicado en: https://elpais.com/mamas-papas/2021-03-18/la-pandemia-y-la-crisis-economica-dardos-directos-a-la-natalidad.html